domingo, 22 de marzo de 2020

MAUPITI

A MAUPITI. ¡LA GRAN SORPRESA DE LAS ISLAS DE LA SOCIEDAD!

Sita a 50km de Bora Bora esta pequeña isla nos cautivó.

ACCESO:
-LOS BARCOS MAUPITI EXPRESS (el medio mas usado por ellos por precio)
-VUELO CON AIR TAHITI, 

Nosotros llegamos en avión desde Bora Bora, empleando el PASE INTER-ISLAS QUE SACAMOS CON AIR TAHITÍ. 

Despegamos a 15´57-llegamos a 16´10h. 
¡En ella la estampa de la Polinesia!, ¡con todas esas imágenes paradisiacas! 

Se la llamó Vaitu, Maurua y finalmente Maupiti que significaba 2 montañas. 

¡Sólo tenía 12km2! ¡y 1000habitantes! Ambos FABULOSOS.

Su carretera costera (la única) nada más tenía una longitud de 10km, fácil recorrerla a pie en menos de 3h, pero ese tiempo te será imposible, porque cuando no es una vista sublime, es un “ioraná” (hola) o un invitarte a un fruto del pan, a mangos... 

Tal es su belleza que se cuenta que fue expulsada por Raiatea y Bora Bora, envidiosas de su fascinación insuperable y perfecta. 
De hecho se la denominaba “la isla perfecta”.



Sus habitantes no han sucumbido a los resorts y multinacionales, ¡y les ha funcionado
Únicamente había pensiones regentadas por ellos, de más o menos categoría, ninguna con palafitos, y ¡nada de playas acotadas! 

En esta isla palpamos un nivel de vida más alto, no había esa dejadez de Bora Bora, las casas eran más vistosas, y conservado su paisaje casi íntegramente virgen... 

Después, la periodista local, nos contaría que, más que el turismo, la economía se fundamentaba en la copra, (el aceite que se extrae de los cocos y se usa para ungüentos, lociones, cremas...), y otro tipo de negocios.

Era otra isla del tipo “huevo frito”: con la isla principal (la yema) en el centro de una laguna de color jade, (la clara), abrazada por unos motus o islotes de fantasía: 

-el alargado motu Auira 
-el Tuanai (donde se hallaba el aeropuerto) 
Estos la rodeaaban por el norte, 
-y los más pequeños, pero aún más paradisiacos, motu Pitihae y Tiapa´a al Sur. 

¡LO MEJOR DE MAUPITI NOS FUE IR HASTA ESOS MOTUS!
NADANDO EN UNOS TRAMOS, O CON EL AGUA A LA CINTURA EN OTROS

Y ASCENDER A SU MONTE TEURUFAATUI, en la isla central.

Entre los motus Pitihae y Tiapa´a se hallaba el único paso para los barcos: El paso Onoiau, muy peligroso y traicionero.

Los locales, expertos navegantes, lo respetaban pues casi todos tenían un familiar que habían sufrido un percance en él. 
Y nosotros, en persona, pudimos comprobarlo: en un segundo se pasaba de una laguna mansa y cerrada a un mar abierto azotado por traicioneras y fuertes corrientes y olas. 

Es entonces cuando piensas en la audacia, o locura, de esos navegantes polinesios con sus frágiles catamaranes, dejando su cómoda laguna para lanzarse a lo desconocido, únicamente guiados por las aveias (el camino de las estrellas), y recorriendo miles de km. ¡Pero si ya sólo salir a ese mar embravecido te echaba para atrás!

Nosotros llegamos en el no menos inquietante avión de hélice de Air Tahiti a un aeropuerto que simplemente era una chocita con el suelo de arena de playa, ubicado al lado de un embarcadero y una pristina playa (es decir, mientras aguardabas el avión podías darte  un bañito...)


A la pista de aterrizaje podías pasar sin impedimentos, pues no había barrera ninguna.
Eso sí, tenía su camión de bomberos y antes de aterrizar/despegar un empleado la recorría de punta a punta, ¡para asegurarse que no hubiera ningún coco caído de las palmeras ubicadas a sus orillas!
 
Ese aeropuerto estaba en el motu Tuanai, por tanto se había de tomar una NAVETTE hasta la isla principal (500CFP)

Esa primera travesía por la laguna fue impactante. 
Con el agua tan clara, los peces de múltiples colores fácilmente visibles desde la superficie... 

 travesía por la laguna

15min hasta la capital Vaiea que era un pequeño y tranquilo pueblo lineal, donde los lugareños siempre tenían una sonrisa y un iarona (hola) en la boca.

ALOJAMIENTO:

Nos instalamos en la céntrica Chez Manu, (2500/pp/dia. 21€) 
Una casa familiar con 2habitaciones privadas, cocina disponible.

En su parte delantera, la que daba a la calle, Chez Manu era un bar-colmado que ofrecía lo que le traía el barco, (unos días huevos, otros plátanos…)
Un cartel ponía Panini: bocadillos (también la sra Manu hacía bocatas, y lo que se terciara), ¡por eso los lugareños la conocían como Pension Panini: Pensión bocadillo!

La sra Manu nos trató a cuerpo de rey. Cada día nos tenía un regalito en forma de un plato de “poison cru” marinado, fruto del pan al horno (sabía a castaña asada), mangos, papayas, bananas, collares de caracolas... 
Y mejor aún: su porche era un centro de reunión de los locales, allí llegaban todo tipo de personajes, se sentaban, charlaban o sacaban sus guitarras. ¡Vaya veladas pasamos con sus cantos!



En Chez Manu

En un ala se hallaba instalada una francesa que, tras darse un garbeo por el mundo, decidió que Maupiti era un buen sitio para quedarse y ya llevaba 5años, trabajando como periodista local. 

Nos mostró su hemeroteca: (en archivadores y carpetas atesoraba los recortes de sus artículos. ¡La noticia más grave acaecida en Maupiti en esos 5 años era que un perro mordió a un niño y a una turista checa!)

¡¡¡LA CRÓNICA  DE MAUPITI!!!!!

OTROS ALOJAMIENTOS:
-La pensión Tautira, a la salida del pueblo 6500CFP pp media pensión. 5500 solo alojamiento. 
-Poe Iti 8000, 
-Papahani 9000, 
-Maupiti village 7000 los vimos muy bien, con bungalows, pero estos tres últimos se ubicaban en los motus, dependías de su barca para desplazarte.

Dimos un  primer paseo por VAIEA. 
Las escasas casas y la iglesia se alineaban a lo largo de esa carretera que más parecía un camino de un campo de golf. 
Todo estaba bien cuidado, parterres, jardines, esas casas interiormente decoradas con mobiliario y paredes de colores chillones.


En la plaza principal estaba:
el ayuntamiento, 
la asamblea, 
banco, 
correos, 
oficina air Tahiti 
el monumento al PENU: un utensilio prehistórico que era el símbolo de la isla, de piedra, con él se machacaba la fruta para obtener pulpa y zumo.

En muchos lugares se ofrecía ALQUILER BICI 1000CFP. 

Y aquí y allá había fuentes de donde los lugareños se abastecían de agua potable. (No valía la de las casas) 

En el exiguo embarcadero vimos atracado el Maupiti express que unía Maupiti con Bora Bora y Raiatea 4000CFP. 

Contemplamos el encendido atardecer. Cenamos en Chez Manu. Con sesión de cantos y guitarra en su porche.


3Enero: VUELTA A MAUPITI:
Atravesamos Vaiea, 
con sus casitas pintorescas, 
mangos por doquier, ¡y riquísimos!, 
el médico, 
el bar-snack Tarona, (en toda la isla había sólo 5 chiringos para tomar algo), 
la boulangerie donde compramos el pan, 
pequeños colmados (nos abastecimos en ellos), 
campos de tiare, de nonis, (otro de esos extraños frutos, en su caso como una pelota de golf, blanco, rugoso, su sabor no me agradó)

Tomamos un corto desvio hacia el interior: al VALLE HARANAIE para descubrir unos antiquísimos petroglifos y una roca-tortuga,

Volvimos al camino principal que circunvalaba toda la isla paralelo a la costa. 
A partir de aquí ya sólo flanqueado de una exuberante vegetación, escasas viviendas. 
Cerrando la laguna que era un espejo azul turquesa se veían los motus de Paeao, Tuani y Auira, en ellos unas playas vírgenes.

Vimos el MARAE Tai fari´i. 
Por entre sus piedras se desplazaban cientos de CANGREJOS VIOLIN, con un brazo triple en tamaño del otro.


Otra parada la hicimos en un centro artesanal, donde un hombre esculpía la piedra

PLAYA TEREIA ¡magnifica!, ocupaba ambos lados de una pequeña península, con todos los tópicos polinesios: palmeras, arena blanca, los lugareños reunidos y tomando su picnic. En un paraje virgen. 
Se correspondía baño en un agua traslúcida. 
Había un chiringo de cañizo, la única construcción por allí, donde nos tomamos unas colas.


Para evitar la subida que hacía ahora la carretera  sorteando una loma, alejándose momentáneamente del litoral, seguimos la costa “a la brava”, sorteando rocas, playazos, a veces por el mar pues la tupida vegetación impedía el paso. 

¡En vaya lío nos metimos pues el asunto no fue sencillo, pero, cabezones, ya no nos íbamos a volver atrás! 

A duras penas retomamos esa carretera, terminamos de circunvalar la isla, y de nuevo en Vaiea vimos que en la iglesia se había instalado un campamento de chavales venidos de otras islas. 
Los monitores les enseñaban sus danzas tradicionales, cómo realizar los estampados (tapa), dibujos (nos dedicaron uno), jugaban, cantaban… 
Estuvimos el resto de la tarde con ellos. 





5Enero: EXCURSION DE BUCEO.
Una pareja francesa se dedicaba a montar salidas en barca y buceo 3500CFPpp. Les conocimos en nuestra vuelta a la isla. Aportaban neoprenos, aletas, gafas, botellas.

Primero hicimos una inmersión en los motus Tiapia y Pitihahei con sus playas de arena blanca y palmeras. 


Corales, muchos peces, de todo tamaño, ¡hasta tiburones! ¡Se nos apareció uno de casi 1 m de largo! Nos aferramos a lo que nos habían asegurado de que no había problema con ellos, que no eran peligrosos, que lo de que eran vegetarianos fuera cierto y no una broma… El caso es que tal que nos vio se giró y se fue. ¡Uf! ¡Mao, el tiburón!

Después atravesamos el PASO ONAIAU, el único que tenía la laguna para acceder a mar abierto. Muy peligroso por las corrientes y el oleaje. La barca cabeceó violentamente.

Vuelta a la laguna la siguiente parada fue en el motu Tuanai y Pao´au. Nueva inmersión, viendo muchos peces de colores, corales, rayas Eagle y Stinger…

Nos quedamos en la plataforma de arena sita en mitad de la laguna, frente a Vaiea de la que distaba unos 300m. Aquí a los lugareños les gustaba atracar sus barcas, reunirse y tomarse unas hinao. Estaban los chavales del campamento que habían llegado a nado desde el muelle.



A la tarde noche todo el pueblo se reunió para celebrar una segunda fiesta postnavidad. Comida, bebida, música.

Y si el dia 5 lo dedicamos al buceo, el dia 6 en cambio HICIMOS UNA EXCURSION DE MONTAÑA, ASCENDIMOS AL MONTE TEURUFAATIU, el que dominaba la isla principal, de 370m 

Algunos tramos eran muy empinados, resbaladizos. 
Entre un tupido bosque, con fuerte calor y humedad. 
Ya casi en la cima había un trecho muy aéreo a pies del capirote rocoso. Unas cuerdas facilitaban ese ascenso. 
1h de subida ¡y 2 de bajada! 
Compensó con creces el esfuerzo ¡pues vaya vistas! A todo Maupiti, su laguna y sus motus.



A la bajada nos fuimos a la playa del muelle y de ésta a la plataforma de arena nadando esos 300m. ¡Cuánto se agradeció el baño tras el ascenso!

Desde esa plataforma se podía seguir a pie, con el agua hasta la cintura, hasta el alargado MOTU TUANAI 


Idílico, virgen, no llegaban a la decena las casas. 
Una de ellas era la pensión Poe Iti. 
Paseamos por sus playas de postal, festoneadas de palmeras. Estábamos solos. Picnic de fábula. (Si esto fuera Bora Bora este litoral estaría ocupado por los resorts)

Regresar lo hicimos igual: a pie con el agua hasta cintura, a la plataforma de arena, luego a nado hasta muelle, pero ahora la corriente era fuerte y nos iba desplazando, hubimos de luchar contra ella.

Al llegar a casa la señora Manu nos agasajó con un plato de fruto del pan asado, (sabía a castaña asada). Luego, a la cena, nos haría un atún marinado, con tomate y cebolla.

Veronique, la periodista, nos contó que se le habían roto las gafas graduadas, por tanto mañana ¡había de ir a Papeete por unas nuevas! En barco pues el avión era caro.

Nos explicó que en la isla había un médico privado permanente (ya vimos su casa), el médico social no estaba siempre. Si el problema de salud era grave había que trasladar al paciente a Papeete.

7 Enero: 
El ya clásico desayuno en la terraza, de nuevo los cantantes espontáneos, preciosas canciones polinesias… 
Nos fuimos a PLAYA TEREIA y de esta, de nuevo atravesando la laguna a pie pues su profundidad lo permitía, sólo un pequeño tramo a nado, llegamos hasta el MOTU AUIRA, ¡otro que era de anuncio! ¡Aún mejor que el Tuanai! 


Virgen, playas solitarias, 
una pensión: Auira que eran unos buenos bungalows. 
Al frente teníamos la isla principal, que parecía flotando sobre una laguna de color jade, 
La única pega que le pongo a ese paraíso: el agua era caliente. ¡Darse un baño era meterse en una sopa!



¡Hermosos días los que pasamos en Maupiti! 
Pero eso: ¡unos días!, vivir aquí demasiada tranquilidad…

8Enero:
5,45h en pie. Manu nos obsequió un collar de caracolas y unos aguacates. 
Teníamos que tomar la navette de las 6,30h al aeropuerto. 
En esa barca fuimos con las azafatas y ellas fueron las que abrieron unos mostradores que eran unas cajas de madera. 

Nuestro avión llegó en ese mismo momento. Otro que fue de hélice. 

Un vuelo plácido hasta Raiatea

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