domingo, 22 de marzo de 2020

RAIATEA-TAHAA

8Enero: 
5,45h en pie. Amanecimos en la maravillosa Maupiti. 
Tomamos la navette de las 6,30h al aeropuerto. 
En esa barca fuimos con las azafatas y ellas fueron las que abrieron el aeropuerto y unos mostradores que eran unas simples cajas de madera. 
Nuestro avión llegó en ese mismo momento. Otro que fue de hélice. 
Vuelo plácido hasta Raiatea

Este trayecto iba incluido en nuestro PASE INTER-ISLAS QUE SACAMOS CON AIR TAHITÍ.


Despegamos a 8,20h y llegamos a 8,40h 
A RAIATEA
Otra isla de motus (islotes exteriores, a modo de anillo), laguna e isla principal central (En su caso dividida en dos: TAHAA Y RAIATEA) 
12000hab, 
a 190km de Tahití.

La distancia entre Tahaa y Raiatea no llegaba al km. Unidas por navette (1000CFP) o con excursiones diarias que incluían en Tahaa: almuerzo, visita a granja de perlas, a plantación vainilla, jardín de coral (snorkel), y paso de delfines. (8000CFP)

LO MÁS INTERESANTE EN RAIATEA FUE HACER LA EXCURSIÓN A LAS TRES CASCADAS, DEAMBULAR POR EL MARAE TAPUTAPEA Y ASCENDER EL MONTE TAPIOI


El aeropuerto de Raiatea era una casa grande. La pista de aterrizaje iba paralela al mar. 



ALOJAMIENTO:
A la llegada había ganchos de varias pensiones y hoteles.

Escogimos PENSIÓN TEPUA, que nos llevó con su gran jeep hasta UTUROA, la capital.

Se componía de una casa principal, entre una tupida vegetación, piscina, cocina, salón, embarcadero privado, con plataforma sobre la laguna donde haríamos unas comidas magnificas, bajo nuestros pies miles de coloridos peces. 
Tenían dormitorio y bungalows. Ambos, por ser los únicos huéspedes, 2500CFPpp-21€

Otros:
Cerca, el hotel HAWAIKEE NUI, con sus palafitos.

Nos trasladamos hasta UTUROA, a 15min del alojamiento. Un pueblito con escasas calles y estas no muy llamativas

Desde el monte Tapioi que la presidía, al que días después ascendimos, esa localidad se veía más como un polígono.


Lo único, su paseo marítimo, que se mostraba flamante, con mosaicos marinos e hilera de farolas. 
Desde él teníamos vistas a la otra isla de Tahaa y a la más lejana Huahine.

En el puerto vimos las navettes a Tahaa, el Maupiti express, el Bora bora cruises. 
Había un segundo puerto, Apooima marina, donde atracaban los veleros.


La gente, la mayoría vestía a la polinesia: ellos con largas y estampadas camisas; ellas con vaporosos y no menos coloridos vestidos, guirnalda de flores en el pelo.

Entramos en el MERCADO, igualmente un edificio de nueva construcción. 


En la planta baja se ofrecían los alimentos, sobre todo las coloridas y exóticas frutas: fei, taro, mangos, nonis, ¡sandia!... 

Vimos que un pescador había capturado un enorme pez espada y lo estaban despiezando y ya directamente vendiéndolo.

En la planta superior las droguerías: monoi, champús, ungüentos… souvenirs, perlas, sombreros de paja y orla de flores, tejidos tradicionales “tapa”, artesanías, pulseras, collares, caracolas, tikis con sus ojos saltones y boca sonriente… 

el penu

Compramos unos hiperbocatas y zumos y, como ellos, los tomamos en los bancos del paseo marítimo.

Las dos calles interiores eran muy comerciales, muchos supers. Hicimos la compra, entre las adquisiciones: ¡un preparado para hacer paella!


Pasamos por: La IGLESIA, tanto católica como protestante. 
El tribunal, 
el hospital,
la gendarmería (la bandera francesa ondeaba junto a la polinesia)

TRANSPORTE POR RAIATEA:
Transporte publico: 
Esporádico. Los buses eran unos originales camiones.
Moto 6500CFP (solo había en Europcar)
Coche-11000CFP
Bici 1000CFP
Autostop. Fue nuestro principal medio. 

En el alojamiento usamos la piscina, vimos los peces de la laguna, y cenamos esa paella en el embarcadero. 

9Enero: ¡LA MARAVILLOSA EXCURSION A LAS TRES CASCADAS!

Amaneció nublado. 
En la puerta del alojamiento hicimos autostop, nos recogió pareja raiteana hasta AVERA, el cruce donde daba inicio el CAMINO A LAS TRES CASCADAS. 


Fueron 4h (de 9 a 13h) Entre un paisaje, virgen, selvático. 

El inicio era un camino entre plantaciones  de vainilla, nonis, bananas, papayas, mangos, guindilla polinesia…

Varios carteles de Tabu (prohibido) colgaban de esos árboles, para que no cogieras esos productos. 

Después pasamos a un sendero que discurría paralelo al río y entre un frondoso bosque, con bambúes, mapes… 
Solos. Aquello imponía respeto.
Alcanzamos una primera pequeña cascada. 


Entonces nos encontramos a un grupo familiar capitaneado por el padre: el guía Tierry. 
¡Bueno, el mando en realidad lo llevaba su espabiladisima hija: Inatia! ¡Con sus ocho años nos dio unas fantásticas lecciones de botánica. Explicándonos la planta para hacer champú, (al frotarla hacía mucha espuma), la llamada pitipitae con unas semillas rojas con las que hacer collares, el ginger, los tiares, otras de las que se extraía tinte rojo, helechos que se cerraban en cuanto los tocabas…)
Iba con sus primos: Elodi, Te Mao…


 
Seguimos paralelos al río.
Se continuaba hasta una segunda cascada que era espectacular.

Y ahí nos hubiéramos vuelto de haber ido nosotros solos. Pero en un lateral de esa cascada, ascendiendo la loma, el camino proseguía. Para ello habías de ayudarte de una cuerda que allí había. Era una subida resbaladiza, empinada, pero tampoco excesivamente complicada. 



Y llegamos a la tercera cascada. Una increíble cola de caballo de unos 5m, en dos tramos. 
Un bañito de película. 
Vimos una anguila de ojos azules. 
Compartimos nuestras respectivas comidas. 
De pronto cayó un chaparrón. Ellos ni se inmutaron. No les importaba empaparse. Al rato salió de nuevo el sol y tan rápido cómo nos habíamos mojado nos secamos.


El regreso lo hicimos entre risas con Inatia y sus primos. 
Habían dejado su jeep en el cruce, entre todos lo llenaron y aun así quisieron hacernos espacio. Ya era demasiado, así que nos despedimos efusivamente.


Inmediatamente nos recogió un range rover, un chaval que iba hasta PUOHINE por EL BELLVEDERE, un paso entre montañas soberbio, con numerosas plantaciones. Aquello era el huerto de Raiatea. 

A un lado teníamos las montañas Temehani y Toomaru de mil metros, Oropito al otro. 
Vistas a LA BAHIA DE FAAREPATAI, donde desembocaba el único río navegable de Polinesia.

Nos dejó en la ALDEA DE PUOHINE: pequeña, en total silencio y tranquilidad. A orillas del mar. De nuevo constatamos que no había playas. Nos tomamos una cola en su colmado.

Ahora nos recogió otra pareja con su hija Mai tea 

El bellvedere

Pasamos el hotel Atiapatai, vistas al pequeño motu Oatara, hasta el MARAE TAPUTAPEA, el más importante. Fue centro político, cultural y religioso. 
Hoy seguía siendo un lugar muy espiritual y sagrado. 


Se componía de varios maraes, que simplemente eran unas plataformas cuadradas de piedra volcánica y coral en una de cuyas aristas se elevaban un conjunto de piedras: EL AHU, el lugar sagrado. Allá se colocan ofrendas, tablillas, figuras… esas tablas eran los UNU.

El lugar era de lo más evocador. 
En el frente costero estaba el MARAE HAUVIRI, con el trono real, y una piedra de medida, donde los guerreros se medían pues iban a ser los representantes en el mundo exterior, debían “dar la talla”.


Visitado el marae se nos hizo las 17h y nos encontramos con que ¡no pasaban coches! 
No nos quedó otra que caminar. 
Del km 31 al 25 sólo pasaron dos vehículos y se desviaban a sus ya cercanas casas. 
Por tanto, recorrimos ese precioso VALLE HOTOPUU a pie, 
Circundamos LA BAHIA DE OPOA y la aldea de igual nombre. 
Entonces nos recogió un señor de 60 años con su ajada furgoneta, encantador, hasta las mismas puertas de la pensión, y encima nos obsequió con unas bananas

10Enero: 
Es Domingo, asi que A MISA. 
En la IGLESIA DE UTUROA. 
La católica era a 8h, la protestante a 10h. 
Estaban llenas, las gentes engalanadas, con sus sombreros de paja y guirnalda de flores. 
No eran tan divertidos como los samoanos, los sermones que daban dos mujeres sacerdotes y los cánticos eran más solemnes.




Tomamos el camino de SUBIDA AL MONTE TAPIOI de 294m que presidía la capital. 
2km por una pista en zigzags, no muy empinado, no muy bonito. 
Eso sí, arriba tuvimos unas excelentes vistas a Uturoa, a la laguna con su contraste de azules, a la barrera de coral, y a la isla de Tahaa.


A la bajada volvimos a hacer autostop, nos dejaron en el SUNSET BEACH RESORT, 
Este complejo vacacional ocupaba una extensa área repleta de palmeras entre las que se distribuían los bungalows y una minúscula playa de arena. 
Desde su embarcadero nos zambullimos en una laguna que aquí estaba atiborrada de peces. Daba respeto nadar entre tantos.


Vuelta a la pensión nos encontramos con que la teníamos para nosotros solos, ni los dueños estaban. Toda la casa era nuestra.

11 Enero: 
En Uturoa tomamos un bus público que era un camión con una caja donde en sendos bancos corridos iban los pasajeros. 
Se dirigía hasta Teviaatoa. 350CFP. 
Nos apeamos en el MARAE TAINUU que no le vimos gran interés.

Vuelta al autostop ahora nos cogió una familia testigos de Jehova. Estaban llevando a su amiga de Tahití a conocer su isla y nos invitaron a ese tour. 
Nos hicieron de guias, nos explicaron los árboles, las plantas, frutos… 


Cottet era el padre, Karen y Te Pohe (perla) las encantadoras niñas, Gladis…


Pasamos Fetuna, la bahía Vaiau, bonita. Una montaña que estaba repleta de cascadas. 

Subieron al Bellvedere y desde allí vimos de nuevo la amplia panorámica al valle y las plantaciones.

En Avera (donde comenzamos la excursión a tres cascadas) entraron en el valle y fueron hasta la casa donde se quedaba la amiga. 
En unos grandes baldes estaban preparando poison cru y nos invitaron. Luego nos devolvieron a Uturoa.

Cenamos en el restaurante Espadón del paseo marítimo: mahi mahi a la vainilla y pez espada a la mostaza, 2 cervezas tabú-1950CFPpp


12 Enero: 
Fuimos al AEROPUERTO con la gerente de la pensión. 
Volviamos a TAHITI. Desde donde tomaríamos otro avión a  las Marquesas. 

¡EL LUGAR MÁS REMOTO DONDE JAMÁS HAYA ESTADO!




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