MEDINACELLI:
Declarado Conjunto Histórico-Artístico, este pueblo sito en lo alto de un cerro ofrece vistas infinitas, monumentos únicos y una atmósfera de serenidad entre sus ancestrales calles de piedra. Sus piedras cuentan historias romanas, medievales y renacentistas. Es un destino que se saborea despacio.
Acceso: a través de la autovía A-2 entre Madrid y Zaragoza
Coronada por El Castillo de Medinaceli, que fue residencia y bastión defensivo durante siglos. Hoy su interior en ruinas.
Lo rodeamos por su paseo de ronda. Desde aquí, el panorama sobre la vega del Jalón y las montañas era impresionante.
La ESTATUA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Otro de sus símbolos es su Arco Romano, del siglo I, el único arco romano de triple arcada que se conserva en la península ibérica. Servía de entrada a la ciudad desde la antigua calzada romana.
Nos adentramos por sus evocadoras calles de piedra, salpicadas de palacetes,
Pasamos DIVERSAS PLAZAS, destacando la Plaza Mayor, el centro de la vida del pueblo, rodeada de soportales y antiguos palacios como el Palacio Ducal, hoy reconvertido en centro cultural
LA PLAZA DE LA IGLESIA. Con la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita, guarda en su interior un rico patrimonio religioso y las tumbas de los duques de Medinaceli.
A pocos pasos, el Convento de Santa Isabel. Todavía habitado por monjas clarisas, es posible adquirir dulces artesanales elaborados por ellas.
Museo Arqueológico Pequeño pero interesante
RUINAS SINAGOGA
MOSAICOS ROMANOS
IGLESIA SANTO TORIBIO, a su lado CASA DE NIEVE
Las murallas y puertas medievales. Medinaceli conserva restos de su muralla y varias puertas de acceso que hablan de su pasado defensivo.
Ermita del Humilladero Situada a las afueras del casco histórico, esta pequeña ermita barroca del siglo XVII está dedicada al Cristo de Medinaceli. Cada año, en marzo, se celebra una multitudinaria romería en su honor.
Gastronomía.
Platos como el cabrito asado, las migas pastoriles o los embutidos sorianos.
Los dulces conventuales, elaborados por las monjas con recetas ancestrales.
Comimos en el familiar RESTAURANTE RINCON DE LA VILLA. Regentado por "los manines" (abuelo, padre e hijo). Ahora lo llevaba el padre:
La oferta de alojamiento incluye casas rurales y pequeños hoteles con encanto, muchos ubicados en edificios históricos.
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